sábado, octubre 20, 2007

El laberint d'Horta


Las obras se iniciaron en 1791 cuando Joan Antoni Desvalls i d'Ardena, sexto marqués de Llupià, propietario del terreno, creó el diseño de un jardín neoclásico con la colaboración del arquitecto italiano Domenico Bagutti y era principalmente un jardin neoclásico con el famoso laberinto de cipreses que da nombre al parque, dos pequeños templos y un pabellón dedicado a las nueve musas.Aparte de estos elementos podemos encontrar esculturas, fuentes y cascadas, todas dedicadas a figuras de la mitología griega. La ejecución de las obras corrió a cargo de Jaume y Andreu Valls y del jardinero francés Jospeh Delvalet.
A mediados del siglo XIX, los descendientes del marqués ampliaron el parque, bajo la dirección del arquitecto Elies Rogent, por el lado del torrente d'en Pallós,











con un jardín romántico con parterres, plazas, grandes árboles y una cascada.














Además, se añadió al jardín neoclásico un canal de agua entre la terraza superior y la intermedia.


En 1880 se creó un jardín doméstico al lado del palacio Desvalls. A finales del siglo XIX, esta finca se convirtió en el escenario de veladas sociales y culturales con representaciones de teatro al aire libre.

En 1967, la familia Desvalls cedió el parque al Ayuntamiento de Barcelona que lo abrió al público en 1971. Con fondos de la Unión Europea se sometió a una amplia restauración en 1994.
El parque es un jardín-museo con un número de visitantes limitado (máximo 750 personas al mismo tiempo), para preservar el ámbito natural y las estructuras del área. El antiguo palacio acoge desde 1993 el Centro de Formación del Laberinto, instituto municipal para la formación en jardinería, así como una biblioteca especializada.
Cerca de la entrada del parque se encuentra el antiguo palacio de la familia Desvalls, edificio con elementos de estilo neoárabe y neogótico. Dentro de este conjunto se conserva también la Torre Subirana, antigua torre medieval de defensa.
El parque, con una superficie de 9,1 ha, está dividido en dos partes: un jardín neoclásico y un jardín romántico. Por todas partes se encuentran piezas escultóricas, algunas con motivos de la mitología griega y otros con motivos rústicos, así como un gran número de fuentes, surtidores y balsas de agua.
El jardín neoclásico se extiende por tres terrazas escalonadas:








• En la terraza inferior se encuentra el laberinto vegetal que da nombre al parque, formado por 750 metros de cipreses recortados. En la entrada hay un relieve en mármol de Ariadna y Teseo y en el centro del laberinto una estatua de Eros.


























• En la terraza intermedia, que se alza sobre el laberinto, destacan dos templetes de estilo italiano con estatuas de Ariadna y Dànae y columnas toscanas. Al lado de la gran escalera que sube al tercer nivel se encuentra un busto de Dionisio, dios del vino y la exuberancia.













• En la tercera terraza se levanta el pabellón dedicado a las nueve musas, coronado por una escultura que representa el arte y la naturaleza. Debajo se puede leer la inscripción en latín Artis Naturaque Parit Concordia Pulchrum (la armonía del arte y la naturaleza engendra belleza) y al lado Ars Concors Foetum Naturae Matris Alumbrat (el arte armonioso da luz al fruto de la madre naturaleza).














Detrás del pabellón se encuentra un gran estanque nutrido por la fuente de la ninfa Egeria.










El jardín romántico se organiza en una serie de parterres a la sombra de grandes árboles. En el límite septentrional de esta zona del parque se encuentra una cascada. Del antiguo diseño sólo se conservan algunos vestigios, pero parece ser que el jardín romántico fue construido para aludir al tema de la muerte (había una copia de un pequeño cementerio medieval, hoy desaparecido) mientras que el jardín neoclásico gira en torno al tema del amor.


La zona ajardinada del parque está rodeada por un extenso bosque mediterráneo.
El Parc del Laberint es un lugar al que acudir para pasear o disfrutar de la tranquilidad, y si os gusta la mitología griega podéis disfrutar con el significado el recorrido del camino. Intentar salir del laberinto a la primera también es un buen reto que pocos consiguen.
La belleza del parque le ha valido para ser sede de eventos importantes como recepciones a reyes, representaciones de teatro o grabaciones de películas (escenas de la película El Perfume fueron rodadas en el parque). En el parque también se organizan visitas guiadas.

• Los jardines fueron el escenario de recepciones a los reyes Carlos IV (1802, Fernando VII y Alfonso XIII (1929)
• Los templetes de la terraza intermedia fueron escogidos por Joan Maragall para realizar representaciones de teatro clásico El 10 de octubre de 1898 se estrenó la tragedia Ifigenia en Tauris de Goethe, traducida por Maragall y dirigida por Adrià Gual.
• Jorge Luis Borges hace referencia al parque en El jardín de los senderos que se bifurcan.

Un poco de historia:
La zona ajardinada, que es muy extensa, está rodeada de un bosque espontáneo, en su mayoría una pineda, que acentúa el aislamiento del jardín y le da un entorno muy natural. Dentro de la finca se conserva, adosada a la casa una torre medieval de defensa, conocida como la Torre Subirana . Los jardines presentan zonas de descanso, con elementos decorativos de gran belleza; todo el jardín está lleno de grandes y pequeños detalles: esculturas, jarrones de terracota, pérgolas y juegos de agua.
A partir del año 965 la zona donde están enclavados los actuales jardines del Laberinto fue ocupada por la familia Orta que dio nombre al actual barrio barcelonés. En 1095 ya se sabe que existió allí una parroquia, Sant Joan d'Horta. Tres siglos después, la zona, bastante elevada en relación al llano de Barcelona, atrajo a nobles y mercaderes adinerados que establecieron allí y a lo largo de lo que es actualmente la Ronda de Dalt, desde los jardines del Laberinto hasta Bellesguard, palacios y casas de veraneo. La reina Violante de Bar, a finales del siglo XIV, construyó el monasterio jerónimo del Vall d’Hebrón que, como otras muchas construcciones religiosas barcelonesas, fue destruido en las bullangas de 1835 y donde actualmente se encuentra la Torre de la Granja Vella. Allí estuvo ubicado el primer zoológico de la ciudad. A partir de mediados del siglo XV, Horta tuvo un núcleo urbano estable a partir de la actual plaza de Santes Creus. Las epidemias que sufrió la ciudad en los siglos XVIII y XIX, animaron a los adinerados a construir segundas residencias en la zona que quedó siempre al margen de las fiebres amarillas y el cólera.
J.A. Desvalls era propietario de una finca en Horta con casa fortificada del siglo XIV o acaso anterior. Consta documentalmente que había sido adquirida en 1377 por Jaume de Valseca, antecesor de la casa de Lupià. Algunos han querido hacer de este torreón una posesión templaria. Una descripción de 1903 nos dice que esta torre tenía una puerta de 40 palmos a la que se ascendía mediante una escalera de cuerda o madera. En su primera bóveda había un agujero circular a propósito para escondrijo. Próximo a la torre existió un edificio en forma de templo. Algunos han supuesto, no sin fundamento, que el escondrijo sería la cámara donde los templarios meditaban en soledad y silencio, durante varios días, antes de su iniciación en el capítulo secreto de la Orden.

Fue en torno a esta torre donde el Marqués de Alfarràs decidió construir unos jardines que respondieran a la moda ilustrada de la época. Tenía 50 años cuando empezaron las obras. La leyenda que él mismo hizo circular aludía a sus generosos sentimientos. Se decía que al estallar la guerra contra Francia en 1793, contrató a 1000 trabajadores en paro que rebajaron una de las colinas de la sierra barcelonesa de Collserola y construyeron minas para encontrar agua. Tres años después, Rafael Amat Cortada, Barón de Maldà, al visitar la finca, ya habla de cascadas, caminos, ornamentos y cuenta cómo unos amigos suyos se perdieron en el laberinto...

Estudios posteriores y testimonios de coetáneos desmienten algunos extremos de la leyenda. En las obras apenas trabajaron unas 50 personas, cifra irrelevante para la época. El marqués tenía conciencia de estar haciendo una obra que superaba en opulencia la medida habitual y quería protegerse de las críticas. Como ilustrado que era solía hacer gala de sensibilidad social; pero no hay que engañarse, el marqués de Alfarràs y el resto de ilustrados de la época no tenían otra relación con el pueblo llano que la que podían tener con sus lacayos; el discurso ilustrado era tan sofisticado para la época que sólo podía ser comprendido por otros ilustrados y éstos solamente se encontraban entre la clase de los privilegiados.

El marqués de Alfarràs murió antes de que pudieran concluirse las obras. Sus herederos continuaron las obras añadiendo caminos y plantando especies exóticas, pero no alteraron un ápice el simbolismo del lugar. Lo que se ha dado en llamar «recorrido simbólico» no fue alterado, sin embargo, el caserón sufrió distintas reformas a lo largo de todo el siglo XIX. El edificio, contrastaba en pesadez y ausencia de elementos simbólicos con la ligereza del jardín. En su interior albergaba el torreón del siglo XIV que aun sobresale por encima de la cornisa del edificio.
Se ha dicho que el marqués quiso plasmar su testamento ideológico en el jardín. Para entender su simbolismo es preciso ir más allá del mundo vegetal y atender a la ornamentación escultórica, casi tan abundante como las especies exóticas. No es banal que la construcción comenzara por el gran estanque de la parte superior que había de irrigar la finca.
El marqués, amante de las delicias del campo, preparó esta ayuda a la tierra sedienta, proclama en latín la inscripción que identifica los trabajos de 1794.